jueves, 27 de febrero de 2014

Z de zampabollos

Zampabollos

1. com. coloq. Persona que come con exceso y con ansia.

Real Academia Española © Todos los derechos reservados


Reconozco que (casi) siempre me ha gustado comer. Digo casi, porque hasta los 12 años yo no comía casi nada. Mi madre me contaba que cuando yo era pequeña e iba a la guardería, me quedaba al comedor. Cuando iba a recogerme y preguntaba qué tal había comido, la cocinera siempre le contestaba
"Para lo que come ella, bien". 
Eso normalmente se traducía en una sopa de fideos, un plátano o un yogur. Una de las tres cosas, no más. Así que cuando pasé al cole, me sacó del comedor. Pero dió igual, seguí sin comer. Me pasaba horas y horas mirando por la ventana, mientras la comida se hacía una pasta incomible. Y entonces llegaba una frase que millones de niños han oído:
"pues si no te lo comes para comer, te lo comerás para cenar".
Y ahí estaba, esperándome.

Pero luego llegó la adolescencia y empecé a comer (un poco) más. Y el apoteosis llegó ya de adulta cuando empecé a probar cosas que me había negado en rotundo a probar antes. Las setas, por ejemplo, no las comí hasta los 22. Aún hoy hay cosas que no he comido (ni comeré). Me gusta comer, pero lo que me gusta. 

Este problema que sufrió la santa de mi madre con mi limitada alimentación no lo voy a sufrir con mi Peque (crucemos los dedos, no vaya a ser que por escribir esto lo gafe). 

Es un zampabollos. Pero no en el sentido de la rae, que me parece un poco exagerado para un niño tan pequeño. Desde el día en que empezamos a ofrecerle comida solida, no ha habido comida que me haya rechazado. Bueno, solo si no tiene hambre. Si no, da igual lo que sea, no le hace ascos a nada. Pescado, verduras, legumbres, carne... Para lo asquerosilla que he sido yo siempre y lo bien que me come este niño

Sólo pone una condición: quiere comer él sólo. Todo. Hasta la sopa. Así que la que se arma a la hora de comer es de aúpa. Es lo que tiene el Baby Led Weaning. ¡Por cierto, qué descubrimiento los baberos-camiseta! Pero, a pesar de pasarme la hora de la comida recogiendo comida antes de que llegue el Goset y se la coma, a mí se me cae la baba. ¡Lo apañao que es mi niño!

Claro que, como esto siga así, cuando llegue a la adolescencia, ¡no voy a ganar para bocatas! 

Pero bueno, en realidad el post no iba a ir sobre lo bien que me come mi niño, si no por lo que como yo desde que me quedé embarazada. Porque ya ha pasado casi año y medio desde que nació el Pequeñín, y aún no he parado de comer! 

Durante el embarazo, por las razones obvias. Durante los primeros meses de lactancia, para compensar toda la materia que se transformaba en leche. Y ahora, que la lactancia a pasado a un segundo plano, aún sigo comiendo como el primer día. 

Así que en mi caso puedo decir que la maternidad ha traído un efecto secundario permanente: un hambre insaciable. De hecho, voy a dar por concluido esta entrada y me voy a hacer un vaso de colacao con un poco de leche.









8 comentarios:

  1. Pues yo durante el embarazo perdí bastante apetito porque enseguida me sentía llena con cualquier cosa, pero ahora con la lactancia ¡soy otra zampabollos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues yo al revés, no me saciaba nunca! Esta claro que cada embarazo es un mundo...
      Zampabollos al.poder!

      Eliminar
  2. Creo que estamos igual querida amiga, no he parado de comer desde el embarazo, ahora la lactancias y ... no sé como quede para cuando quiera el segundo hijo jajaja
    Digamos que la maternidad nos hace ser así jajaja

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si el futuro segundo es como el primero, no vamos a ganar para comida (para nosotras, claro, jajaja)

      Eliminar
  3. Mis hijas no han terminado la comida, cuando ya están pidiendo la merienda!! Jajaja, menudo saque tienen ambas! Y de todo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El mio va camino de ser así, pero yo fui todo lo contrario!

      Eliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...